SABER ESTAR

 

 

Hola a todos. Tuve mis dudas de contarlo, pero después de pensarlo decidí no hacerlo, y tengo motivos para no hacerlo. Ayer se me estropeó la lavadora, me dieron indicaciones para intentar repararla, pero esta vez paso del tema, llamo al técnico y que venga y lo solucione, pagar y punto. Lo intentaría, pero electricidad y agua ya me da miedo, paso de ponerme a ello y quedarme como el muñeco de operando, con una nariz que parezca una bombilla. No os lo cuento, aunque creo que ya lo hice, porque parece que tengo el "gafe" y temo contagiaros, de hecho, miro cada poco el ordenador, por miedo que empiece a arder o a perder agua por el disco duro, porque a mí, últimamente cualquier cosa, incluso imposibles. Lo que os quería contar es lo que me pasó esta mañana, antes de ir a trabajar. Cogimos a los pequeños y nos los llevamos a la biblioteca. A mi me gusta pasar desapercibido, y esto, con dos pequeños, a veces es imposible. Así que los aleccioné antes de la entrada, no es la primera vez que van, han ido muchas veces, pero tengo por costumbre repetirme un poco. Les expliqué que en la biblio hay que estar en silencio y no andar corriendo por ahí, ni saltar, ni subirse a las mesas, porque hay gente leyendo o estudiando y no hay que molestarles. Ellos se dieron por enterados. Siempre se portan muy bién, pero claro, que niño no se pone nervioso cuando el lobo se carga la casa de madera de dos soplidos, porque la de paja tiene un pase, pero la de madera ya.... y como no se van a emocionar y alegrar cuando el lobo sale con el culo escaldado (perdón por lo de culo), así que, esto hacía incrementar ligeramente sus decibelios, a lo que yo les pedía, un poco de menos volumen. Estuvimos pintando y contando más cuentos, y los niños, que niños son, cada vez se emocionaban más y más y su padre, osea yo, intentaba controlar sus voces. En este momento escucho una voz que salía de lalejanía, del fondo del mostrador, era la bibliotecaria. Papá, papá, el papá de esos niños.. yo me giré y me puse a escuchar lo que me iba a decir, y jamás pensé lo que me iba a decir, pues esto fué lo que me soltó: Por favor, deje que los niños hablen un poco más alto, que no pasa nada, además son tan buenos.... mi cara era de desencajados, me acababan de echar la bronca en una biblioteca por hablar bajito, increible, quería que hablasen más alto, alucinante. Nunca creí que me pasaría esto, en la universidad, uno está acostumbrado que a la mínima se escuche un schissss pero esto no me lo creía... entonces caí en la cuenta de una cosa, hay que saber donde se está, y en este caso era una biblioteca y había mas gente, pero era una biblioteca infantil, y como dije antes, los niños niños son y sus lugares para niños son. Por lo que me fuí encantado de la reprimenda de la mañana, de todo se aprende, y el saber estar, comienza por saber dónde se está y con quién se está. Y además mis niños se portan tan bién, que nos piden que se porten un poco peor, o más bién, como niños. Todos los días aprendo un poco más, sobretodo con los niños. Un abrazo.