BAUTIZO FUTBOLERO

 

 

Hola a todos. Este fin de semana hicimos algo que tenía muchas ganas de hacer en familia. Cogimos Mamá, niña y niño y papá y fuimos al fútbol!!!. Ya sé ya sé, que no es para tanto, pero es que mis hijos y mi mujer nunca habían ido a un partido de fútbol profesional en su vida, y claro, era una novedad para todos, excepto para mí, que tuve un época bastante futbolera, tanto jugando como viendo, lo que pasa es que dejé las dos. La práctica, por una abdominal en constante crecimiento, y la de espectador, por una vida en familia, la segunda lo hago con los ojos cerrados, lo de la barrigola, eso ya son palabras mayores. Mi mujer vivió el partido como una forofa más, como si hubiese vivido siempre en un estadio de fútbol, aplaudía cuando había que hacerlo, protestaba cuando había que hacerlo, se levantaba cuando había que hacerlo y sufrió cuando todos sufrían y saltó con el gol como cualquier hooligang profesional que se precie. Falló en algún momento con alguna pregunta sobre si jugaba algún jugador retirado hace décadas, pero se compensó por el simple hecho de no pedirme que le explicara el fuera de juego. Los niños, bueno los niños cada cual a su manera. La mayor, lo intentaba y se interesaba y preguntaba. Aplaudía en los cánticos (a su ritmo), preguntaba todo y retodo, dónde tienen que marcar, cúal es la camiseta, porque echan agua.... se puso muy contenta con los goles, y eso que no sabía mucho por qué, pero si papá y mamá estaban contentos, ella se sumaba al carro. El pequeño era más complicado. No le interesaba para nada el partido, no había forma de que mirase al campo más de dos minutos seguidos, se levantaba, miraba para atrás, el señor de delante, debe llevar la espalda bien amorotonada de las patadas que llevó del pequeño y debió acordarse de su padre (osea yo) todo el día y lo que queda de semana. Solo conseguíamos tranquilizarlo con un soborno en forma de chuches y zumos, que íbamos dosificando poco a poco para poder aguantar los 90 minutos, los 15 de descanso más la prolongación. En un momento dado comenzó a llorar y la mitad de la grada estuvo pendiente del pequeño, temí la cancelación del partido por decisión arbitral hasta que el pequeño deje de llorar o abandonase el estadio, pero no llegó a más, porque su madre, bueno su mamá, lo cogió en brazos y lo calmó. En el gol, al ver a todo el mundo saltar y gritar se quedó asustadín y paralizado unos cuantos minutos, fue un momento de tregua para todos, especialmente para el señor de adelante. El padre, pendiente de chuches, hija e hijo, de que la madre lo disfrutara poco vivió el partido, el resultado era lo de menos, pero disfrutó, y mucho, del bautizo futbolero de su familia, que no es poco  y deseando repetir, aunque cuando sean un poco más mayores los niños y con unos tapones en los oídos, porque cuando la cosa se pone fea, se oye de todo, especialmente de la pobre madre del colegiado, que no tiene culpa de nada la pobre mujer. Pero bueno, esperaremos a la próxima temporada para repetir, si se tercia y si no, ya Dios dirá. Un abrazo.